Por Gustavo Zapata*
Del mismo modo que el insulto procede a la falta de palabras, la agresión a las carencias de protocolos de tratamiento y la grosería sustituye a la creatividad. Son lugares comunes de la persona impedida y de la incapaz.
Causa gracia, en este tiempo, el lenguaje de pretendida rebeldía de la ultraderecha, del mismo modo que un niño o niña asombrada por la incomprensible sexualidad adulta, no puede pensar expresiones que no estén impregnadas de genitalidad. Es algo común en discursos de medios y nuevas/os referentes de redes. La limitación precede al manotazo. Quien no sabe o no puede explicar, insulta.
Pero cuando un gobierno ya no convence, aparece la pedagogía del grillete, la tonfa o el disparo preventivo.
Comienzan a percibirse con más dolor entre las víctimas, las improvisaciones y piruetas a las que apelan los que mandan, para seguir acumulando ganancias a costa del esfuerzo común. Era la práctica habitual desde el comienzo, como el despido de estatales, el destrato a médicos y médicas, a científicas y científicos, el ninguneo de las demandas de lxs desamparadxs.
El antiguo cepo de la proscripción se desempolvó para impedir. Desde el poder que da el apoyo de dos o tres embajadas, sus cámaras económicas, el arma principal financiera internacional y todo el elenco del empresariado local concentrado se quiere encapsular a quien intentó convocar al voto, es decir, recuperar un piso de legitimidad en una región de una provincia. No es una señal de fortaleza.
Del mismo modo que revela debilidad el exhibir y activar costosamente miles de efectivos blindados como para enfrentar milicias armadas, ante personas frágiles y parcialmente impedidas, cuya arma más peligrosa es un bastón.
Los dólares no alcanzan para convencer, porque se saquean en piruetas financieras más rápido de lo que se suman. Las deudas se amontonan y las posibilidades de pago se vacían.
No hay plan. No se prevé cómo y qué producir, cómo generar trabajo nacional o articular capacidades nacionales con la región, insertar lo que hacemos en un mercado mundial que se disputa entre guerras, cierres de mercados y alianzas novedosas.
Es hora de pensar cómo salir de esta emboscada y pintar las banderas detrás de las que se formarán las columnas.
- No pagar la deuda y nacionalizar los puertos por donde pasa la riqueza nacional.
- El comercio externo y los dólares en manos del Estado.
- Combatir severamente la economía y el trabajo ilegal- nuevas formas de trabajo esclavo.
- Crear una empresa nacional de alimentos.
- Poner las fábricas y talleres del Estado a extraer y procesar los recursos nacionales.
- Suministrar energía barata para jubilados y empresas pymes.
- Políticas de viviendas masivas para personas desamparadas y sin casa propia.
Hay necesidades imperiosas que requieren ya de un programa de salida.
Hay quienes dicen que hay que volver a enamorar o entusiasmar, pero se asustan cuando alzan la mirada de la lista, previendo batallas para las que no están preparados ni preparadas. Porque no piensan en la necesidad de reconstruir las columnas que sostengan o defiendan esos logros.
Y la disputa no termina cuando se arriba al poder, sino apenas empieza. Al llegar a un resultado es obligación prever la respuesta de quienes tienen privilegios y avanzar otro paso adelante en función del objetivo estratégico. Llegar a la Justicia Social del 50/50 de la riqueza implica prepararse para nuevas igualdades y amparos. La historia política enseña que quien no avanza, es vencido.
Para eso hace falta confiar en las reservas populares: la marea verde, la vanguardia de las y los jubilados, el movimiento obrero que está en la calle y en el barrio, las organizaciones sociales que conocen la trama de la pobreza y el hambre, la militancia que espera el llamado a filas, la solidaridad siempre presente cuando el objetivo es claro.
Y estudiar la historia del pueblo que pretenden representar, con sus limitaciones e inmensas gestas.
El camino es más seguro cuando se organiza la fuerza propia y no se las divide frente al enemigo
* Gustavo Zapata
Secretario General de CTA
Morón –Hurlingam -Ituzaingó